1. NUESTRO NOBLE CORAZÓN DE COMPASIÓN

Antes hablé de la posibilidad de contemplar la vida como algo que se extiende más allá de ti mismo, conectándote con muchas otras personas. Si puedes cultivar la perspectiva de que eres una parte de los demás, tu sufrimiento puede decrecer y tu coraje crecer, el egocentrismo doloroso que complica tu vida puede ser en gran medida amortiguado y es posible que se añada un elemento de verdadera cercanía e intenso amor a todas tus relaciones. De esta forma, cuando te ves a ti mismo ya no solo relacionado con todos los seres, sino siendo realmente una parte de ellos, esto por sí solo puede transformar tu experiencia del mundo y tu relación con cada uno de los seres que hay en él. Puedes vivir en un estado de perfecta armonía con el mundo. Esta es la forma suprema de estabilidad emocional y felicidad perdurable.

En tibetano hacemos esta petición:

Si soy feliz, ofrezco esta felicidad a los otros.

Que esta alegría y este deleite llenen el mundo entero.

Si hay sufrimiento, que pueda yo cargar con todo.

Desarrollar esta compasión ilimitada puede parecer un enorme desafío. Pero la compasión no es algo nuevo que necesitemos adquirir o gestionar. Está ya presente dentro de cada uno. Por muy aparentemente mala que una persona sea, todavía tendrá algo de compasión como parte integral, fundamental, de su naturaleza. Todos la tenemos. Por esta razón nuestra compasión nunca se agotará. Tiene la facultad de alimentarse de sí misma.

Aunque todos tenemos compasión como parte de nuestra naturaleza, hay diferencias en cuanto a la forma de desarrollarla y aplicarla. La gente tiene distintas aptitudes y aspiraciones que determinan la manera en que se manifiesta su compasión. Inicialmente, nuestra acción compasiva se desarrollará dentro de estas limitaciones. Sin embargo, existen muchas prácticas contemplativas que pueden acostumbrarnos a ampliar nuestra compasión. En este aspecto, desempeñan un papel particular las aspiraciones u oraciones en las que expresamos el deseo de ir más allá de nuestras presentes limitaciones y poder hacer más en el futuro por llevar la felicidad a nuestros semejantes. Es mi sincera aspiración que todas vuestras sinceras aspiraciones se vean cumplidas en el futuro y ofreceros todo mi apoyo con este fin. 


LO QUE SIGNIFICA REALMENTE "TODOS LOS SERES”

Cuando nuestra compasión ha crecido más allá de nuestras limitaciones personales, puede llegar a ser un deseo sin límites de beneficiar a todos los seres, a todos y cada uno de ellos, independientemente del lugar donde puedan encontrarse. Esto no solo incluye a las personas que nos agradan y que sentimos próximas. Ni siquiera se pretende abarcar únicamente a los siete mil millones de seres humanos que viven en nuestro mundo. En términos budistas, "todos los seres” incluye a los humanos y los animales de nuestro planeta, pero también a todos aquellos seres que poseen sensibilidad en nuestra galaxia, en todo nuestro universo y, en última instancia, quizá también en otros universos. Extendemos nuestra compasión a todas partes donde pueda haber seres sensibles. 

Tan vasta compasión implica un sentido de responsabilidad por llevar felicidad a todo ser sensible, en cualquier parte y en cualquier momento. Hemos estado hablando acerca de invertir el proceso de destrucción infligido a nuestro planeta, terminar con el hambre o poner justicia en nuestros sistemas sociales y alimentarios, como vías para ayudar a todos los seres. Aunque podemos ya empezar a movernos en esa dirección hoy mismo, estos no son objetivos que se puedan realizar en un día, o en una semana, o quizá incluso ni siquiera lo que dura una vida humana. Hacer que nuestra visión a largo plazo de un mundo mejor sea una realidad implica algunos objetivos a un plazo extremadamente largo. Esto hace particularmente importante que nuestra compasión sea sostenible y duradera. 

Reconozco que este deseo de crear una sociedad mejor, terminar con el sufrimiento de todos los seres y proteger al planeta entero puede no ser alcanzable. Pero logremos o no estos objetivos en nuestro tiempo de vida, es sin embargo tremendamente importante cultivar un sentido tan vasto de la responsabilidad y un deseo incondicional de beneficiar a los demás. Esta perspectiva es tan saludable y noble que es digna pos sí misma de que la desarrollemos, con independencia de la probabilidad que exista realmente de llevar a la práctica una idea tan amplia.

Reconociendo la nobleza de esta perspectiva, podemos cultivar una compasión que sea lo bastante intensa y estable para llevarnos hacia delante, a pesar de la magnitud de la tarea propuesta. Podemos empezar por reforzar nuestra convicción de que cualquier ser sensible por definición experimenta sentimientos de placer y dolor. Simplemente porque siente dolor y anhelo de verse libres de él y porque tiene la capacidad de sentir felicidad, deberíamos respectar sus experiencias y valorarlas. Realmente no necesitamos buscar otra razón.

Una vez comenzamos a valorar verdaderamente la felicidad de los otros, si nos surge la oportunidad de proporcionarles felicidad o protegerlos del sufrimiento, estaremos dispuestos a hacerlo. Si somos capaces de alimentar un sentido de continua disposición a actuar, no desaprovecharemos la oportunidad de beneficiar a los demás. Incluso si no podemos asegurar inmediatamente el bienestar de todos los seres, estaremos impacientes por desplegar nuestra compasión por cualquier ser en particular. Cuando advirtamos, por ejemplo, la presencia de una persona hambrienta en la calle, buscaremos al instante algo que ofrecerle. Nos pondremos en acción y empezaremos por llevarle alimentos saludables o buscaremos algún centro de ayuda para personas necesitadas que sirvan comidas. En la medida en que aspiremos a beneficiar a los otros, no dejaremos de buscar oportunidades de hacerlo, y las aprovecharemos en cuanto se presenten. Así, esta aspiración tiene en sí misma una gran importancia y un poder real.


Karmapa XVII, Ogyen Trinley Dorje. Por el camino de la compasión. Comentario al texto raíz Las treinta y siete prácticas de los bodhisattvas, por Togme Sangpo. Puerto Rico: Editorial Tiempo Nuevo, 2012. (Pp. 235-239).